Muy poco conocía de Almería a pesar de las ganas que tenía de recorrerla, un par de pueblos de la zona norte y sólo de paso. Y teniendo unos paisajes tan espectaculares, muy diferentes a los míos gaditanos, y una historia tan fascinante, la cosa tenía delito.
Para
ponerle remedio nos organizamos cuatro días, que no es que den para mucho en
tal empresa, pero con una ruta marcada fueron muy fructíferos.
Día 1.
Llegada a Los Albaricoques
En el
trayecto de Cádiz a Almería se hace palpable la diversidad paisajística
andaluza, pasando de una zona rica en vegetación a otra semidesértica, no por
ello esta última falta de espectacularidad. Un trayecto con permiso siempre de
una fascinante orografía con Sierra Nevada como estandarte.
Y tras
campos verdes, nieve y mucho desierto llegamos a nuestro alojamiento en Los
Albaricoques, una aldea perteneciente a Níjar.
Para no
coger más el coche decidimos ver a pie que había en los alrededores.
Primero
nos acercamos a un lugar próximo y popular por todas las películas que se
habían rodado en él: El Cortijo del Fraile. La conservación deja mucho que
desear y urge una restauración. Aún así uno no deja de impresionarse por
encontrarse en un escenario de una novela de Lorca, “Bodas de Sangre”, y de dos clásicos del cine como “La
muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”, entre otras muchas
cintas.
Posteriormente, de vuelta, anduvimos por varios caminos cercanos al alojamiento y de paso bicheamos un poco. Hasta que ya la luz no dio para más y regresamos a descansar para el día siguiente.
Día 2. Parque
Natural Cabo de Gata-Níjar
Por lo
que uno en fotos y vídeos ya había visto estaba claro que Cabo de Gata no iba a
decepcionar.
Tras dejar esperpénticos invernaderos (aunque muy necesarios para la economía local y el abastecimiento de vegetales de toda Europa), salinas y playas atrás, vamos subiendo por una carretera que entre curvas nos va mostrando un singular paisaje libre de urbanismo.
Además,
en un día magnífico de sol.
Así llegamos hasta la Torre de la Vela Blanca, y vaya, hacia el norte más impresionantes vistas de la costa. Y un punto que llamó especialmente nuestra atención: una gran duna de arena, la llamada Duna Rampante de Mónsul.
Parecía
lejana, pero no era eso lo peor, sino la pendiente que llevaba hasta ella, que
en la vuelta en subida podía hacerse mucho más dura. Pero como si eso nos
detuviera… Había que llegar y comer allí, y allá que fuimos.
Y vaya
si mereció la pena. Nada más terminar la pendiente nos adentramos en otro
carril de grandes extensiones abiertas que finalmente nos condujeron hasta
aquella duna y la playa junto a ella.
Era hora de sentarse y comer en esta maravilla de lugar.
Y lo
que son las cosas… Luego en casa nos enteramos de que este enclave se usó en
rodajes tan icónicos como “Indiana Jones y La Última Cruzada” y “La historia
Interminable”.
Tras la
comida tocaba regresar sobre nuestros pies. Pero a nuestro ritmo. Parándonos a
mirar bichos, vegetación y alguna cueva. Y por supuesto, tomándonos un café de
nuestro termo (¡qué bien preparados vamos joé!) con la vista en el mar y
despidiendo un paisaje con las últimas horas de la tarde al que seguro
regresaremos.
Día 3. Yacimiento
arqueológico Los Millares-Desierto de Tabernas
Dejamos
a un lado por el momento la naturaleza para sumergirnos
en uno de los yacimientos arqueológicos más interesantes de Andalucía y del
mundo.
El
yacimiento de Los Millares se localiza en el municipio de Santa Fe de Mondújar y
está datado en el 3200-2200 a. de C. (Edad del Cobre).
Formado
por un poblado, una necrópolis y un conjunto de Fortines, está considerada como
la primera ciudad de la Península Ibérica.
Ya
había leído sobre la importancia de este yacimiento, y dentro de la ruta
marcada era visita obligada.
Recorriendo el recinto y leyendo los desgastados paneles impresiona conocer lo
que en este lugar se cocía hace más de 5000 años.
Después
de la visita y buscando más información apareció una noticia en la que
arqueólogos habían descubierto varias estatuas-menhir que simbolizaban “el
derecho en la época a instalarse y explotar un territorio”. Buscando entre mis
fotografías he podido reconocer una de ellas en un muro. La he recortado, y
mucho, para colocarla en esta entrada.
Estatua-menhir
Cambiando
de tercio, pero no tanto, nos dirigimos al cercano desierto de Tabernas. En
realidad la indicaciones nos llevan al que parece el sendero más popular, el
conocido como “Sendero del Desierto”.
El
primer tramo la verdad es que promete, incluyendo algunas palmeras que quedaron
de la grabación de Lawrence de Arabia. Hasta un pequeño arroyo recorría el
trayecto.
Pero a
medida que avanzábamos nos íbamos acercando a carreteras que, la verdad, quitaban
toda sensación de encontrarnos perdidos en un desierto. Así que por esto y por
cuestión de tiempo decidimos darnos la vuelta.
La última parada del día la hacemos en el pueblo que da nombre al desierto, Tabernas.
Caminando un poco por sus calles un dependiente nos recomienda visitar el castillo. No sé si este hombre había llegado a subir alguna vez hasta él, porque de dos o tres calles hacia arriba como nos dijo, nanai.
Ya
arriba la verdad es que las vistas son muy buenas, con la vista al desierto y
el pueblo de Tabernas. Pero la luz ya nos iba dejando, y era hora de poner
rumbo al norte de la provincia para el siguiente reto.
Día 4. Cueva de Los Letreros y Subida al Maimón. Vélez-Blanco
Desde
la primera vez que pasé por la autovía al norte de Almería, un conjunto de
montañas se quedaron grabadas en mi mente. Y entre ellas una en concreto, que
aparece en los mapas con el nombre de Cuerda de Los Quemados. Su pico más alto
el Maimón.
Ya se
lo dije a esta gran montaña años atrás observándola desde el coche: “Algún día
caminaré sobre tu cima”. Y había llegado el momento de cumplir ese deseo.
Habiendo
leído sobre el importante legado rupestre que atesora estas elevaciones,
contacté con la empresa que nos llevaría a visitar el que parece el abrigo con
pinturas más popular, la Cueva de Los Letreros. Y desde luego no decepcionó.
La pena
es que una de las pinturas principales, conocida como “El Brujo”, apenas es
visible ya, lo que nos da una triste idea del riesgo de desaparecer que corre
todo el conjunto.
De
aquí, y con el permiso solicitado, nos preparamos para uno de los momentos más
esperados del viaje, la subida hasta el Pico Maimón.
Por la información recogida en internet, nos disponíamos a subir por “la solana” y bajar por “la umbría”, pero la guía nos convenció de que lo más fácil era subir y bajar por esta última. Y con la amenaza de lluvia para ese día, mejor era hacerle caso a la muchacha.
El
inicio es llevadero, pero cuanto más avanzábamos más se complicaba la cosa,
pues no hay apenas señalizaciones y llega un momento en que el camino a la cima
se pierde entre el bosque de pinos.
Lo que parece un pozo de nieve.
Como pudimos llegamos a un sendero que nos lleva hasta una cima, sabiendo que esa no podía ser el pico que nos interesaba. Paramos un momento, disfrutamos de las vistas y de los buitres que sobrevolaban la zona y con los prismáticos miramos hacia otra elevación en la que nos pareció apreciar una especie de mojón.
Sorteando
algún que otro precipicio que daba bastante vértigo caminamos entre más pinos y
roquedos hasta llegar por fin a nuestro objetivo: el pico del Maimón, a 1761
metros.
Con el
objetivo conseguido, tocaba sentarse, comer y disfrutar de las espectaculares
vistas, incluyendo zonas montañosas de la misma Almería y de las provincias
colindantes.
Tras
bajar por la parte de umbría por donde subimos, al final se nos hizo tarde para
visitar el castillo de Vélez-Blanco, por lo que lo tuvimos que posponer para el regreso.
Castillo
de Vélez-Blanco
Ya de
retorno a Cádiz, y con un día de sol radiante, hacemos la visita a la fortaleza
que nos quedó pendiente.
No
obstante, el castillo sigue siendo impresionante y su visita es más que
recomendada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario