jueves, 13 de diciembre de 2018

Observación de cópulas de Sympetrum sinaiticum Dumont, 1977
(Odonata, Libellulidae) en Cádiz y nuevo registro para Almería
(Andalucía, España)

Daniel Rojas y Miguel Ángel Rojas 


Publicado en la Revista gaditana de Entomología





lunes, 10 de diciembre de 2018

Breve resumen de mi quinta temporada de odonatos

El objetivo de esta temporada era claro: el género Coenagrion. Porque es que no tenía de este ni una especie fotografiada.

Y lo mejor es que había planeado en un solo día dar con las dos que se han citado en la provincia de Cádiz más la otra de las tres que se encuentran por el sur andaluz.

Coenagrion mercuriale

En una jornada que casi cancelamos por el pronóstico de lluvias, partimos muy temprano hacia la vecina provincia de Málaga, justo a un enclave donde estaban citadas Coenagrion caerulescens y Coenagrion mercuariale, el río Almargen.

Coenagrion caerulescens

En efecto, como nos habían advertido, el lugar había sido modificado y durante un buen tiempo, ante ninguna observación de las especies deseadas, llegamos a pensar que sus poblaciones habían sido seriamente dañadas; de hecho estábamos por la labor de irnos y probar en otro lugar. Pero afortunadamente, haciendo caso a mi cabezonería, me decidí a echar un último vistazo.

Tándem C. mercuriale

Tándem C. caerulescens

Y justo al mediodía, asomando el sol como podía entre los nubarrones, comenzaron a verse algunos caballitos y hasta cópulas, entre estos las especies que andábamos buscando: C. caerulescens y C. mercuriale.

Ceriagrion tenellum 

Ceriagrion tenellum  

Con un buen botín de imágenes en la cámara, tocaba regresar a nuestra provincia, concretamente a las lagunas de Espera, donde había que buscar la tercera especie deseada: Coenagrion scitulum. Y también lo logramos, aunque las fotografías tuvieron que ser meramente testimoniales (como si las demás fueran impresionantes, vaya) por el cambio de tiempo tan súbito. Empezó a llover de tal manera que tuvimos que resguardarnos en una caseta para avistamientos de aves.

Coenagrion scitulum

Otra joya de las lagunas de Espera, Lestes macrostigma.

Conseguido el objetivo y ante la misma historia de todos los veranos, muy poco tiempo libre por el trabajo, solo en julio conseguí volver a odonatear.

Ahora mi intención era mejorar fotográficamente el macho de Selysiothemis nigra. Lo hice, pero no con el resultado esperado, así que el verano que viene volveremos a vernos las caras.

Selysiothemis nigra

Unos meses después, a principios de octubre, como quien no quiere la cosa, en un viaje con mi pareja hacia Murcia, al parar en el término de Chirivel en la provincia almeriense me topé con un libelúlido muy especial: Sympetrum sinaiticum.

Macho de Sympetrum sinaiticum fotografiado en el norte de Almería.

Lo mejor es que un mes después, en una visita a El Gastor, balcón de los pueblos blancos de la sierra gaditana, me topé de nuevo con dicha especie. Ahora, aparte de un macho solitario pude contemplar hasta tres parejas en tándem ovipositando, lo que podría confirmar su reproducción en la provincia de Cádiz.

Macho de S. sinaiticum fotografiado en el noreste de Cádiz.

Me parece mentira que en tan solo cinco temporadas haya completado todo el listado de odonatos gaditanos citados en las últimas décadas, todo a excepción de una muy rara en nuestra provincia: Ischnura pumilio. De hecho, creo que me va a ser más fácil hallarla en la zona de levante que por estos lares.

A ver qué nuevas hay la temporada que viene.


lunes, 12 de noviembre de 2018

El Dolmen del Gigante y subida al Tajo de las Grajas. El Gastor

Observando un mapa de mi provincia de Cádiz me doy cuenta de que me quedan ya muy poquitos términos municipales por pisar. El último ha sido El Gastor, conocido como el “balcón de los pueblos blancos”, sobre el cual ya escribí en este blog por su famosa gaita gastoreña*.


Tuvimos suerte y el tiempo acompañó, con una temperatura idónea y un cielo despejado.


Tras un fantástico desayuno para coger fuerzas en la plaza principal, pusimos rumbo hacia nuestro primer destino, el Dolmen del Gigante.



Cortijo del Postigo


Por lo que se puede leer en la Wikipedia, aunque el inicio del sendero comienza en El Gastor, esta gran tumba megalítica, que está datada en la Edad del Cobre, en realidad se ubica en el término ya malagueño de Montecorto.

Dolmen del Gigante o del Charcón

Posteriormente, de nuevo pasando a la provincia gaditana, ascendimos hasta el Tajo de Las Grajas.



Por su altura, las vistas eran inmejorables, con el pantano de Zahara con su azul turquesa característico de fondo y diferentes pueblos a la vista como el de Algodonales.



Algodonales

Y lo mejor la cantidad de buitres planeando en el horizonte, y hasta por encima de nuestras cabezas cuando nos sentamos en el suelo a comer.




El de ayer fue uno de esos días en los que deseas quedarte anclado para siempre.



Y por mucho que se repita, más veces hay que decirlo: en realidad no somos conscientes de donde vivimos.


Al fondo, el Tajo de Ronda visto desde el Tajo de las Grajas


https://retalesdegaia.blogspot.com/search/label/La%20Gaita%20Gastore%C3%B1a


domingo, 10 de junio de 2018

ESCOCIA & INGLATERRA

Por fin, tras un año con muy pocas actividades a causa de la temporada tan lluviosa que hemos tenido en Andalucía, otro sueño más estaba a punto de hacerse realidad: nuestro viaje por Escocia e Inglaterra.

La costa malagueña

Llegada a Escocia

En mi opinión, con tan pocos días de estancia en un país la mejor forma de conocer sus rincones más característicos son los tours que ofrecen diferentes compañías.

En esta ocasión nosotros contratamos varios con Viajar por Escocia y la experiencia en general ha sido buena. Los guías todos muy simpáticos, profesionales y en la mayoría de casos bien documentados. La pega es que la forma de narrar de alguno se hacía muy empalagosa y hasta llegaba a cansar, como demasiado "happy flower"; de igual manera nos encontramos con el forzado castellano al que recurren algunos paisanos andaluces, como si por hablar andaluz, algo castellanizado si hiciera falta para los menos acostumbrados, no lo fuese a entender nadie. Pero bueno, quizás  no es más que el reflejo del complejo que en España a los sureños nos han metido desde niños. No obstante, un guía compatriota a pesar de haber vivido fuera bastante tiempo no se cortaba en expresarse con el habla de su tierra, algo que agradecí bastante.

Día 31 de mayo. Fantasmas, brujas y otros misterios

Como toma de contacto con la ciudad, para el primer día reservamos el Tour de los fantasmas, misterios y brujas, con dos horas de recorrido por algunos de los rincones más encantados de Edimburgo, y lo mejor, incluyendo una parada en un antiguo cementerio casi cerrándose la noche. 



Hay que recordar que Escocia es uno de los países, si no el primero, con más apariciones fantasmales del mundo.





Día 1 de junio. Hacia las Highlands y el Lago Ness

Si hay algo que personalmente me interesaba de Escocia era visitar uno de los templos de la Criptozoología: el lago Ness. Solo hay que echar un vistazo a mis dos primeros libros publicados para saber por qué.

Estatua en homenaje a los míticos kelpies

La empresa ofrece dos opciones de ver el charquito: uno con la posibilidad de navegar por el lago y otra con la visita al castillo de Urquhart. Aunque la segunda era también muy atractiva, lo cierto es que no nos costó decidirnos por la primera.


Así, partimos sobre las 9 de la mañana desde Edimburgo atravesando primero las tierras bajas escocesas para poco a poco ir adentrándonos en las Highlands, no sin antes hacer una parada para visitar unas simpáticas vacas peludas características de estas tierras.



El cielo se iba nublando poco a poco como anticipo de nuestra incursión en uno de los lugares más esperados del trayecto: las tierras altas escocesas. 


Tras un paisaje de ensueño, que es donde de verdad te das cuenta de donde te encuentras, pasamos por el Páramo de Rannoch y hacemos una parada en el Valle de Glencoe.




Reanudamos la marcha hacia el esperado encuentro con Nessi pasando por numerosos lagos como antesala al más popular de todos.



La llegada a Fort Augustus, desde donde partiríamos en barco, es lo que uno se esperaba: un pueblecito que vive, como es lógico, del turismo creado en torno al monstruo del Lago Ness.


Contamos con dos horas de margen, una para ir al baño, comer y comprar algún recuerdo mismo, y otra para navegar. 


¿La futura comida de Nessie?


Entre tanto necesario preparativo, el paseo no es que sea muy largo, pero regresar a casa sabiendo que has surcado por las aguas de este mágico lugar nos mereció, y mucho, la pena.





De nuevo en marcha, la siguiente parada la hacemos en un lugar de honra y recuerdo a los militares escoceses denominado Commando Memorial. 


Y es desde allí desde donde se puede divisar de mejor manera el que es el pico más alto de Reino Unido, el Ben Nevis.



Entre más y más paisajes, observamos las denominadas casas de la honestidad. Como los habitantes de las Highlands están muy separados unos de otros, cuando en sus producciones personales hay excedentes lo depositan en estos lugares. Entonces los visitantes pueden pasar por ellos y en base a la cantidad económica que crean oportuna, llevarse algunos de estos productos, habiendo hasta un recipiente con cambio por si fuera necesario. Quizás no haga falta decirlo, pero este sistema en los países del sur europeo se antoja un poco inviable…



Y como última parada antes de regresar a Edimburgo, el pueblo de Pitlochry, supuestamente de los más bonitos de las Tierras Altas, aunque para nosotros no fuera para tanto. O tal vez sería que no lo vimos a fondo.




Terminamos, con el sol poniéndose por unos de los puentes más destacados de la ciudad, una maravillosa jornada de nada menos que doce horas que acabó repercutiendo en mis cervicales por culpa del autobús, que aunque era nuevo, el asiento no terminaba de llegar bien hasta mi cabeza; y no es que uno mida lo mismo que William Wallace.


Día 2 de junio. Edimburgo

En esta jornada nos tocaba quedarnos por la ciudad y, como no, primero visitar El Castillo de Edimburgo.




Poco puedo decir de él que no se haya escrito ya, además de que toda información sobre el mismo se encuentra en la página oficial. Resaltaría las maravillosas vidrieras, “las joyas de la corona” compuestas por la Corona, la Espada del Estado y el Cetro que no se pueden filmar ni fotografiar, así como los sótanos donde de mala manera se hacinaban los prisioneros.






 


Y por otra parte mi emoción se centraba en que me encontraba en el mismo lugar donde Mike Oldfield presentó al mundo su Tubular Bells II en 1992.



Posteriormente nos fuimos directos al Museo Nacional de Escocia buscando parte de un popular juego de ajedrez vikingo hallado en una playa escocesa y lo que me encontré fue mucho más emocionante.



Ciervo gigante 

Escarabajo Goliat 

Celacanto (Latimeria chalumnae)



Suponiendo que eran originales, tenía ante mí animales extinguidos por mano del hombre en tiempos recientes. 



De izquierda a derecha: cornamenta de antílope azul, cráneo de 
vaca marina de Steller y cráneo de uro. 

Huevo de ave elefante

Huevo de moa

Por fin pude observar frente a frente al tilacino, al quagga, a la paloma migratoria, a la vaca marina de Steller (o más bien su cráneo) y un esqueleto del dodo entre otros especímenes. 



Quagga


Tilacino


Pato de cabeza rosada

Sabiendo que mi obra publicada más preciada se centra en esta temática, se podrá entender más fácilmente esta sorpresa.



Codornices de Nueva Zelanda


Palomas migratorias (izda) y paloma azul de Mauricio (dcha)

La pena es que debíamos irnos a comer antes de que comenzara la siguiente actividad, y por ello no pude detenerme en cada interesante rincón del edificio como me habría gustado.



Huias 


Esqueleto de dodo


Cornamenta de ciervo de Schomburgk


Esqueleto de solitario de Rodrigues


Esqueleto de moa, en concreto de Pachyornis elephantopus

Ya con el estómago lleno y repuestas las fuerzas, nos dirigimos de nuevo hacia el centro para visitar la ciudad subterránea, o lo que otrora fuera la anterior Edimburgo.



Recorrer un subsuelo tan histórico retrocediendo al siglo XVII merece mucho la pena, pero por contra no dudan en metértela con el típico “no puedes hacer fotos porque luego te quiero vender la que yo te hago”. Queda claro que no accedimos a comprar la nuestra, aunque si nos llevamos un par de postales a 50 peniques cada una del lugar principal de la visita, el Mary King’s Close.


Mary King’s Close. Foto: The Continnuum Group

Desde que comenzamos la actividad había empezado a llover y así siguió durante toda la tarde. Por ello, y porque casi todo menos los restaurantes y bares cerraban a las 5, nos dedicamos a hacer algunas comprillas y retirarnos a casa a descansar que lo necesitábamos bastante.


 

Día 3 de junio. Castillos

La mañana comenzaba con lluvia, y todo parecía pronosticar que el día entero transcurriría pasado por agua. Afortunadamente, según nos alejábamos de la capital la cosa iba mejorando. 

Este tour, llamado “de los castillos” (aunque en realidad solo visitamos dos) tiene su primera parada en el Castillo de Glamis.


El lugar es de gran belleza, como sacado de una película de Disney, pero no muy adecuado a la Escocia que nosotros deseábamos conocer.



No cabe duda de que este es un lugar con mucha historia, pero lo vimos como demasiado elitista, y por ello decidimos no entrar. Preferimos disfrutar de sus preciosos jardines y alrededores.


 

A pesar de todo, las personas montadas en carruajes que continuamente pasaban por nuestro recorrido nunca dejaban de saludarnos de muy buena manera.


Al término de esta parada continuamos hacia el pueblo costero de Stonehaven, en el Mar del Norte, donde en su playa cubierta de niebla nos sentamos a comer.







Seguidamente volvimos al autobús para en muy poco tiempo llegar a nuestro esperado próximo destino.


Lo primero que hay que decir es que solo por vivir este momento mereció la pena nuestro viaje a Escocia.




Las imágenes, que no igualan para nada el verlo en persona, hablan por sí solas, siendo su ubicación lo que convierte al castillo de Dunnottar en uno de los más elogiados del país.




 


 

 

Se podía entrar en él, pero dado el contado tiempo del que disponíamos decidimos disfrutar de todos los ángulos posible para fotografiarlo desde fuera, y por supuesto, bajar hasta la playa próxima donde nos deleitamos con delfines, un sinfín de aves marinas y, como no, mis queridos invertebrados marinos.






Despidiéndonos con mucho pesar de esta maravilla, seguimos nuestro rumbo hacia la ciudad de Dundee, donde se encuentra el barco RRS Discovery con el que el capitán Scott viajó a la Antártida.



Y tras esta agradecida última parada, pusimos rumbo de nuevo a Edimburgo donde una vez más pudimos contemplar sus majestuosos puentes.




Día 4 de junio. Acantilados blancos de Dover

La jornada que nos esperaba era, por decirlo suavemente, una cosa de locos.



Desde Edimburgo pasamos a territorio inglés, y combinando trenes en Londres, viajamos hasta nada menos que Dover para caminar sobre sus famosos y espectaculares acantilados blancos.


Tras más de seis horas de trenes, eso sí, muy cómodos, pusimos nuestros pies en la sureña ciudad, desde donde tras unos 35 minutos, y haciendo alguna que otra pregunta, llegamos a nuestro destino.


El inicio, por llevar nuestros bártulos a cuesta, se hizo algo duro. Pero una vez llegamos al primer mirador nos dimos cuenta de que todo lo recorrido lo había merecido.


 


Durante la ruta principal que te lleva hasta el faro, la costa acantilada se hace lineal y no hay muchas calas, pero las que te encuentras son suficientes para maravillarte con el contraste entre el blanco de las paredes, el verdor vegetal y el azul del mar.




Entre las verdes hierbas nos cobijamos del viento frío de ese día, y tan a gusto nos encontrábamos que la comida nos supo mucho mejor todavía. 





Con Francia asomando tímidamente sobre las nubes al otro lado del Canal de La Mancha, este bienestar natural solo se aproximaba a mi querido Estrecho de Gibraltar con África tan próxima.






Solo disponíamos de unas horas, así que concluido el trayecto dimos la vuelta para no perder el tren, que nos llevaría de nuevo a Londres y de allí hasta Wakefield donde nos esperaba la familia.



Cuando solo Juego de Tronos no te da para vivir...

Durante el cambio de estación en Londres

¡Objetivo conseguido!


Día 5 de Junio. Wakefield-Leeds

Esta jornada nos la tomamos con calma, y por la tarde nos desplazamos hasta la ciudad de Leeds.



De esta, o más bien de lo que vimos, poco que señalar. Yo principalmente la conocía por el buen papel que su equipo estuvo realizando durante algunas temporadas en la Champions.


Día 6 de junio. Cementerio de Lawnswood, Oakwell Hall y vuelta a casa



Hablando la jornada anterior sobre lo llamativos que son los viejos cementerios anglosajones, indagamos sobre los de la zona y por unas imágenes dimos con uno en Leeds, el Lawnswood Cemetery.





Como las ciber-imágenes ya anunciaban, la antigüedad, el abandono y las elaboradas esculturas que ciertas lápidas mostraban parecían transportarte a un mundo basado en los escritos de Becquer y Poe y en las películas de Tim Burton.


 




Nunca había realizado tantas fotografías en un cementerio, pero esta ocasión, por encontrarme en un lugar tan llamativo, así lo requería.


 


 



La última visita de este viaje antes de dirigirnos al aeropuerto nos llevó hasta Oakwell Hall, en Birstall. Esta casa, que no se escapa de historias de fantasmas, fue construida en 1853, y tras visitarla la escritora Charlotte Brontë, sirvió de inspiración para su novela Shirley.





La pena es que se encontraba cerrada, algo que no impidió que nos pilláramos unas bebidas calientes y paseáramos por la fabulosa área forestal de sus alrededores.



 


 


Y de aquí ya tocaba dirigirnos al aeropuerto, y con la eterna sensación de que nunca has terminado de ver lo suficiente, volver a casa con una gran cantidad de escenarios y momentos vividos.