domingo, 27 de diciembre de 2015

¿Por qué los insectos no conquistaron el mar?

Dada la facilidad con la que los insectos han colonizado el planeta, ¿qué es lo que ha impedido que también se hicieran con el medio marino? Es esta una pregunta que los amantes de estos artrópodos nos hemos hecho más de una vez, y que en realidad, nunca ha podido ser respondida con una teoría totalmente convincente.

Algunos viven enterrados en la playa y coleópteros como cicindelas se alimentan sobre la arena. También hay moscas en la zona intermareal. Pero solo el género Halobates, de la familia de los zapateros (hemípteros) se aventura al mar abierto. No obstante no penetran nunca en el agua, sino que se mueven sobre la superficie. Por todo ello, si comparamos estos ejemplos con los crustáceos, cuyo dominio en el mar ha sido absoluto ocupando gran número de nichos ecológicos, no los podemos considerar en realidad animales propiamente marinos.

Un mosca de la superfamilia Muscoidea (puede que Fucellia sp.) en zona 
intermareal, concretamente junto a una estrella de capitán

Para el fisiólogo Simon Maddrell de la Universidad de Cambridge, los insectos habrían ocupado los mares si hubiesen logrado aprender a esconderse en estos de los depredadores. Por ejemplo, para no ser devorados, los crustáceos marinos se ocultan durante el día a profundidades bajas y solo se atreven a mostrar actividad por la noche. No obstante, para los insectos bucear en aguas profundas se les hace imposible por su especial sistema de respiración. 

Jeroen Van der Hage, entomólogo de la Universidad de Utrecht, en Holanda, opinó que casi no hay insectos marinos porque hay muy pocas angiospermas o plantas con flores en el lecho marino. Y ya que su evolución ha sido prácticamente conjunta, la no existencia de flores ha impedido a los insectos prosperar en el mar.

Uno de los pocos insectos considerados marinos, el hemíptero 
Halobates sericeusFoto: Anthony Smith

Aunque ello no convencía al biólogo Conrad Labandeira, del Smithsonian Institute en Washington D.C. Algunos años antes comentaba que los insectos se diversificaron mucho antes de la aparición de plantas con flores y desarrollaron partes de la boca especializadas no para alimentarse de angiospermas, sino de plantas más primitivas como coníferas y helechos. Para Labandeira la ausencia de insectos en el mar tan solo era debida a que no existen árboles en el océano. Un árbol ofrece diversos hábitats para los insectos: hojas, semillas, corteza o raíces, mientras que las algas son por lo general tejidos esponjosos en forma de hojas.

Y tampoco han faltado teorías como obstáculos físicos como la sal o el oleaje.

Pero este sigue siendo a día de hoy un enigma que los científicos no han podido desvelar, y lo único que de momento estos hombres de ciencia pueden hacer es emitir hipótesis meramente especulativas como las comentadas anteriormente. Está claro que hay algo que se nos escapa, puede que algo de su historia evolutiva que irremediablemente permanece oculto a nuestro conocimiento.  


Fuentes principales:
http://www.muyinteresante.es/curiosidades/preguntas-respuestas/ipor-que-no-hay-insectos-en-el-mar
http://www.galeon.com/fierasysabandijas/arcani/insmar.htm
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-546926

Parapuzosia seppenradensis, el ammonite más grande conocido


Con unas estimaciones de 2,55 a 3,5 metros de diámetro, y un peso de casi 1500 kilos, Parapuzosia seppenradensis es el ammonite más grande conocido hasta la fecha. Vivió durante el Cretácico Tardío y se cree que tuvo que ser de aguas pelágicas, donde depredaba otros organismos oceánicos entre los que se incluyen peces, cefalópodos como calamares o incluso otros ammonites, y hasta pequeños reptiles marinos. Del mismo modo, debió haber sido presa de grandes saurios marinos y tiburones con mandíbulas lo suficientemente fuertes para romper su dura concha.

Foto: Wikipedia/Amphibol

sábado, 26 de diciembre de 2015

Hasta el zooplancton se está alimentando del plástico que arrojamos al mar

Que cada año, casi 8 toneladas de plástico vayan a parar al mar, no es motivo, claro está, para que la población se alarme lo más mínimo. Porque en todo caso, los únicos perjudicados serán los habitantes del medio marino, algo que a la inmensa mayoría de personas se la suda, y bastante.

Dada la triste y extendida ignorancia general que predomina entre nuestra especie, lo que no entra en la mentecita de este gran número de  personas es que cualquier daño que hacemos al mundo natural, acaba, tarde o temprano, perjudicándonos a nosotros. Pueden estas palabras sonar a ecologismo barato, pero no por ello dejan de ser verdad.

Cuando un plástico va a parar al mar acaba con el tiempo descomponiéndose en trozos minúsculos. Pero si bien ya se sabía que animales como tortugas, ballenas y hasta peces que acaban en nuestros estómagos los portaban en su cuerpo, un equipo de realizadores en investigadores británicos ha conseguido grabar en video, a través de un microscopio, como un grupo de copépodos se alimentan de partículas de plástico. Con ello se confirma que hasta los invertebrados más pequeños del mar se están viendo afectados por la contaminación. Y no solo los copépodos, sino otros componentes del zooplancton como larvas de cangrejos y moluscos, comen los tan dañinos microplásticos.


A veces estos animales acaban excretando este perjudicial alimento a las pocas horas. Pero si no tienen acceso a otro tipo de alimento, el plástico llega a permanecer en su interior hasta siete días. De esta forma, se reduce el ritmo al que se nutren de algas, lo que dificulta su reproducción y supervivencia, contando además con que otros organismos de mayor tamaño pueden consumir este plancton contaminado, sumando así más partículas tóxicas, de las que ya de por sí consumen, a la cadena alimentaria.

Fuente principal:
http://www.bbc.com/mundo/video_fotos/2015/07/150709_video_plancton_plastico_lp?SThisFB

Encontrada una salamandra gigante china de 200 años

Por increíble que parezca, en un mundo tan humanizado y maltratado como el nuestro todavía hay lugar para sorprendentes hallazgos zoológicos. En este caso, la noticia del descubrimiento de una salamandra gigante china (Andrias davidianus) de nada menos que 200 años ha sido recogida por numerosos noticiarios, y no es para menos.

El enorme anfibio, que con 1,4 metros y 52 kilos de peso, se ha convertido en el más longevo y grande del globo, fue descubierto por un local a principios de mes en una cueva a las afueras de Chongqing, una ciudad situada al suroeste de China. Y sabiendo lo que suele ocurrir con este tipo de rarezas en dicho país, donde bien acaban como alimento o bien como componentes de la medicina tradicional, debemos sentirnos afortunados de que el animal fuese entregado por su descubridor para su estudio y conservación.


Una vez que tal reliquia viviente fue llevada a unas instalaciones adecuadas, se pudo calcular en base a ciertos análisis las dos centurias que lleva a sus espaldas. Y sabiendo esto, uno no puede evitar pensar en la de acontecimientos históricos a los que ha llegado a sobrevivir en su feliz, lenta y monótona vida.

Esta especie a la que le dediqué unas líneas en mi primera obra, está en peligro crítico de extinción debido a la contaminación, la pérdida de hábitat y su caza. De hecho, hace unas décadas, cuando era más habitual, no era raro encontrar individuos que llegaban a medir los 1,80 metros.