miércoles, 18 de noviembre de 2015

La Gaita Gastoreña

En lo que podríamos denominar como las “Highlands gaditanas”, en un pueblo cercano a Grazalema y Ronda denominado El Gastor, encontramos un instrumento que, no por su forma, sino por su sonido, denominan gaita gastoreña. Se trata de un aerófono con una lengüeta simple que consta de un tubo sonoro de madera, con tres agujeros en la parte superior, uno en la inferior y un pabellón de resonancia formado por un cuerno.

                                                                          Gaita gastoreña con cuerno de cabra
                                                                         Fuente: http://www.luispayno.es/gaita/

Los habitantes lo tocan en Navidad y El Corpus, aunque de forma tradicional se tocaba a partir del mes de noviembre o mes de los muertos para los gastoreños. Al llegar la noche los jóvenes se reunían alrededor de las fogatas con sus gaitas para llenar de música las oscuras horas de los últimos meses del año.

Aunque actualmente su uso se limita a festividades claramente cristianas, algunos apuntan a un legado íbero, desconociéndose en realidad su verdadero origen. Lo que sí parece claro es su acentuado carácter mediterráneo. También es posible que en otras épocas la gaita gastoreña se conociera en otros lugares de la sierra, donde por su especial geografía quedaría aislada.

Gaita gastoreña con cuerno de vaca
 Fuente: http://www.luispayno.es/gaita/

Como curiosidad, este tipo de instrumento solo se encuentra en dos puntos tan distantes como la sierra de Madrid (con gran parecido a la gaita gastoreña) y en el País Vasco, donde se conoce como alboka. Tal vez en el pasado fuese la actividad pastoril la encargada de transmitir por la península esta clase de instrumento, pero desapareciendo prácticamente el pastoreo quedó aislado en los tres enclaves conocidos. 

La gaita gastoreña, como claro patrimonio cultural andaluz, recibe desde Retales de Gaia todo el apoyo para que no termine desapareciendo y perdure por siempre como uno de los sonidos más característicos de las altas tierras gaditanas.  



Fuente principal: http://www.luispayno.es/gaita/ 

lunes, 16 de noviembre de 2015

El Bosque de Niebla

Partiendo desde el área recreativa de El Bujeo, en Tarifa, esta vez nos dirigimos hacia un lugar mágico al que le tenía ya muchas ganas: el Bosque de Niebla.

En nuestro camino se encuentra esta zona, la cual, observando los árboles,
se entiende perfectamente su nombre: Puerto del Viento


Al fondo, se puede divisar el mar y la torre de Guadalmesí

Después de un sufrido ascenso dificultado por el fuerte viento de Levante, poco a poco, tanto el paisaje como la bruma, nos avisaba de que cada vez nos encontrábamos más cerca de nuestra meta.




Y por fin, tras tanto recorrido, nos adentramos en un bosque sumergido en una profunda y espesa niebla, predominado por quejigos que están envueltos en musgos, helechos, líquenes e hiedras.







Mi impresión al llegar a este encantado enclave, es que uno no sabe si ha retrocedido millones de años en el tiempo o está inmerso en un mundo sacado de la literatura de Tolkien.




Para entender mejor la existencia de tal clase de ecosistemas en el extremo más meridional de Europa, copio aquí un extracto de la Wikipedia referente al Parque Natural de Los Alcornocales en el que este se encuentra:

Dada la posición geográfica de Los Alcornocales, el clima dominante en la zona es, lógicamente, mediterráneo con influencia atlántica, pero una serie de factores contribuyen a singularizarlo. En primer lugar, la cercanía al mar provoca un efecto amortiguador de la oscilación térmica, manteniéndose éstas muy constantes y suaves durante todo el año. A ello hay que unir unas lluvias anuales que superan prácticamente los 800 l/m², llegando en determinadas zonas a más de 1.400 gracias a los frentes oceánicos que lo barren de oeste a este durante los meses de otoño, invierno y primavera. En las sierras del sur, cabe destacar además la presencia de nieblas veraniegas conocidas como las barbas del levante, que proporcionan humedad ambiental y valiosísimas precipitaciones horizontales en la larga estación seca característica del clima mediterráneo. Todos estos factores contribuyen a crear un microclima especial, de características muy similares al existente en zonas subtropicales y macaronésicas, que favorece el crecimiento de una exuberante vegetación selvática, que ha sido el origen del calificativo otorgado a Los Alcornocales: la última selva mediterránea.


En realidad el poco tiempo del que disponíamos para estar allí se nos fue intentando hacer fotos, por lo que nos quedó por ver la mayor parte de este fascinante “otro mundo”.

Por ello, habrá que volver, y más de una vez.
                                              

Y llegados a este punto no me queda más remedio que pedir perdón, perdón por haber visitado tan poco todos estos lugares que siempre han estado a tiro de piedra de mi hogar.

                                      


lunes, 9 de noviembre de 2015

Sendero Río Majaceite - Parque Natural Sierra de Grazalema

Sin ningún atisbo de duda puedo decir que esta es una de las rutas más espectaculares que he realizado en mi vida, no abandonándote la belleza en casi ningún momento del recorrido. Digo “en casi ningún momento” porque la accesibilidad y facilidad del recorrido conlleva que los fines de semana el sendero esté muy muy masificado, y por momentos llega a ser bastante agobiante si lo que buscas es la tranquilidad y la paz que te da la naturaleza. Por ello mi recomendación es que se haga en días laborables. 

Haciendo caso a este último consejo, el disfrute estará garantizado. En este mes de noviembre, el contraste de colores otoñales se sumó a la humedad que reboza el verdísimo ambiente para envolvernos y deleitarnos a nosotros sus invitados. 


El trayecto es de algo más de diez kilómetros sumando la ida y la vuelta. En condiciones normales la duración total es de unas cuatro horas. Puedes llegar en coche a El Bosque y llegar por el sendero que nos ocupa hasta Benamahoma como hicimos nosotros, o bien al contrario.

Como tantas veces pienso y nunca me cansaré de decir, no sabemos apreciar de verdad el enclave sureño en el que habitamos.