Desde que hace unos años busqué
información sobre el río Tavizna y vi imágenes de este lugar que se encuentra
próximo a sus aguas, supe que, como un capricho rutero más, cuando pudiera, tenía que llegar hasta él. Y si
al comienzo de tal deseada ruta, que llevamos a cabo el pasado domingo 26 de Febrero, nos hubiesen dicho que regresaríamos tan triunfantes, de
ninguna manera nos lo hubiéramos creído.
A pesar de madrugar, por
diversas causas llegamos a Ubrique mucho más tarde de lo deseado. Dejando
el coche en el pueblo nos dirigimos, preguntando a diferentes vecinos del
pueblo, hacia el pontón del Tavizna. Este comienzo fue un poco desquiciante, ya
que no teníamos ni idea de si estábamos avanzando en el camino correcto, hasta
que gracias a nuestras constantes preguntas dimos con la carretera que nos
llevaría hasta el pontón. Lo afortunado fue cruzarnos con un simpático cabrero
que, viendo lo retrasados que íbamos, nos recomendó por donde atajar (descartando llegar hasta el pontón del Tavizna), lo que
para ser sinceros nos vino de lujo.
Lo malo es que tuvimos que meternos
por fincas privadas, siempre por supuesto preguntando primero a los vecinos que
por allí nos encontrábamos. Y por uno de los pasos dimos con numerosos animales
domésticos, algunos de ellos, como un cochino que nos lanzaba sonidos
amenazantes, especialmente ariscos. La verdad es que lo pasamos mal, porque uno
ya conoce la peligrosidad de estos animales. Tras alejarnos por fin de ellos
dimos con varias cancelas y una de ellas, desde donde ya se veía nuestra meta,
con un cartel con el número de teléfono de los propietarios. Probablemente casi
nadie lo haga, pues no hay candado, pero nosotros decidimos llamar y pedir
permiso, el cual con gran amabilidad nos fue concedido.
Así, algo cansados, pero
subiendo con gran ilusión, llegamos hasta nuestra meta. Las vistas que desde allí
arriba se observan se definen perfectamente con las imágenes.
Como puede leerse en Wikipedia,
el castillo de Aznalmara o de Tavizna es una construcción militar nazarí de los
siglos XIII-XIV, y su ubicación corresponde al término municipal de Benaocaz.
Lo que hoy queda de él son ruinas, pero permiten hacerse una idea de su aspecto
original.
Tras comer observando el
panorama, nos apresuramos en regresar, y viendo que estaban distraídos la
mayoría de los animales por la llamada del
dueño que venía a darles de comer, aprovechamos para hacerlo por el
mismo lugar que vinimos. Pero de nuevo, no uno, sino ahora dos cochinos, uno de
ellos una hembra con su cría, nos volvió a meter el miedo en el cuerpo.
Una perdiz permitió antes de irnos que le hiciéramos unas fotos...
A pesar del canguelo por los
animales farrucos, no pude resistirme antes de irme a hacer una foto a la casa
que ya había visto en blogs, construida en el año 1889, y que tanto llama la atención por su tétrico
estado de conservación.
Una vez salimos de allí ya
podíamos respirar tranquilos, y todo lo vivido, hasta las casi 6 horas de ida y
vuelta caminando, ni que decir tiene que nos mereció muchísimo la pena.
