A muy corta distancia de la costa cañailla se encuentra el islote de Sancti Petri, un cachito de tierra que guarda un glorioso pasado generalmente desconocido. De hecho, pocos saben que una calzada romana unía este enclave con la próxima Cádiz.
Pero tenemos que retroceder algo más en el tiempo para comenzar a ligar la isla a dos, entre otros, importantes personajes históricos.
Según Estrabón en este enclave, o en torno a él, se construyó un templo en honor a Melkart; Heracles o Hércules para los griegos. Y a este templo según narra Tito Livio acudió Aníbal a rendir culto antes de enfrentarse a los romanos en la Segunda Guerra Púnica.
Posteriormente sería Julio Cesar el que derramaría sus lágrimas frente a una estatua de Alejandro Magno que aquí se hallaba, por no haber conseguido semejantes logros a los del griego habiendo alcanzado su misma edad.
La decadencia del templo llegaría a partir del siglo IV con el dominio visigodo.
No obstante, seguiría siendo un notable lugar estratégico y en el siglo XVI se construiría el Castillo de Sancti Petri, vital en la defensa contra piratas y franceses. Este, actualmente atractivo principal del islote, fue restaurado en 2010.
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