Acostumbrados a que el cine y la literatura
nos haya pintado a los nativos norteamericanos como pacíficos habitantes de las
praderas que, hasta la llegada del hombre blanco, habían habitado en armonía con
el medio natural, hay que reconocer que cuesta hacerse una idea algo diferente
a esta estampa.
Es cierto que los indios habían contraído una
envidiable unión con la naturaleza, pero no debemos olvidar que al fin y al
cabo también eran humanos. Y con humanos me refiero al peor sentido de la
palabra.
Mucho antes de que la lamentable colonización
blanca hiciese acto de presencia en Norteamérica, los nativos llevaban ya tiempo
inmersos en ancestrales enemistades tribales. Tras las guerras podía haber un
especial ensañamiento hacia los derrotados. Se arrancaban cabelleras, se
apoderaban de partes corporales como trofeos, se cometían violaciones,
mutilaciones y torturas, y se arrancaban y comían corazones para contraer la
fuerza de sus contrarios. Pero al fin y al cabo estos actos se han repetido en
guerras tribales de todo el planeta.
Indios mutilando los cuerpos de sus enemigos vencidos,
según Jacques Le Moyne de Morgues
Algo más terrorífico y premeditado, en base a
la actual concepción occidental que tenemos de la vida, se cocía (nunca mejor
dicho) entre los Anasazi del suroeste
norteamericano.
En base a trabajos arqueológicos llevados a
cabo en esta región de los Estados Unidos se sabe que entre el 900 y el 1300 de
nuestra era hizo aparición una especie de epidemia de canibalismo. Dado que las
prácticas antropófagas eran más antiguas en México que en el suroeste
estadounidense, cabe la posibilidad de que estas fueran introducidas desde el
sur.
Las evidencias de canibalismo entre los Anasazi han sido deducidas a partir de
lesiones halladas en los restos humanos; la mayor parte de ellos
corresponden a desperdicios óseos abandonados en el suelo de habitaciones o
salas ceremoniales. Lo más destacado de todo es que no se han encontrado
pruebas de que las víctimas o sus restos hubiesen recibido humanidad o
consideración alguna. De hecho, tales fosos pudieron haber sido cavados con
la intención principal de esconder los desechos óseos sin que estos fuesen
tratados con dignidad y respeto. La carne de las víctimas era cocida o asada
según se aprecia en la presencia simultánea de huesos abrasados y de extremos
de trozos pulidos.
Las impresionantes ruinas de Mesa Verde, al sudoeste de Colorado,
antiguo hogar de los indios Anasazi
¿Y a que se debió este canibalismo? Cuatro
son las hipótesis principales que intentan explicarlo, ya sea una de ellas la
solución o una combinación: hambrunas extremas, patología social, control de
población y costumbres rituales.
En base a las investigaciones de Turner y Turner, podemos descartar las hambrunas extremas y las costumbres
rituales, pues en este último caso solo se encontró un lugar donde las lesiones
óseas eran debidas a algún tipo de ceremonia. Quizás sea por tanto las
hipótesis de patología social y de control de población las que cobren mayor
fuerza, sin que hasta el día de hoy hayan sido estas esclarecidas del todo.
Según los antropólogos el control social
suele ser útil y positivo, pero también puede ser negativo, hasta el punto de
que los que lo pusieron en práctica acabaran teniendo sus días contados. Los
aztecas realizaban un control poblacional mediante sus sacrificios rituales de
esclavos. Según Sahagún (1932) luego
estas víctimas eran desmembradas y distribuidas en estancias donde se comía la
carne. Fue por ello por lo que una amplia unión de pueblos indígenas, blanco habitual
de los aztecas, se unió a Hernán Cortés y su reducido grupo de acompañantes en
la sangrienta conquista de Tenochtitlán, la gran capital mexica.
Los restos humanos encontrados muestran marcas de cortes y abrasiones
muy similares a las que se observa en los huesos de animales
que han sido consumidos
Aparte de esto, hay más informes históricos
que hablan de combates con el propósito de obtener presos destinados a la
alimentación en el norte de México.
Por otro lado, según una leyenda hopi, hacia el 1700 de nuestra era
algunos mismos indios hopi, urgidos
por el jefe de los awatovi, se
ensañaron en secreto con la aldea, mataron a la mayoría de los 800 componentes,
apresaron a algunas mujeres y niños, y posteriormente, en otro paraje aislado,
acabaron con ellos mediante prácticas de tortura, incluyendo mutilaciones y
desmembramientos. Esto dejó de ser una leyenda cuando se descubrió tal área apartada
con osamentas que presentaban lesiones. Y en base a ciertos análisis se
descubrió que tras la violentamente muerte de los cautivos se practicó
canibalismo.
Y existen en realidad más pruebas a lo largo
de toda la geografía norteamericana de prácticas similares, pero describirlas
todas haría este artículo interminable.
Por último conviene hacer hincapié en que
esta información aquí expuesta para nada tiene una pretensión xenófoba, más
para unos pueblos indígenas que en mi opinión son los más interesantes y espectaculares
del globo. Por tanto, el único interés en hacer hincapié en estas verdades pocas
veces contadas es puramente antropológico.
Fuentes:
- El canibalismo prehistórico en el suroeste de Estados Unidos. Christy G. Turner y Jacqueline A. Turner.
- http://sabersiocupalugar.blogspot.com.es/2015/03/el-misterio-de-los-anasazi.html
- http://www.terceracultura.net/tc/?p=6633
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