Mostrando entradas con la etiqueta Un adiós a nuestros campos.... Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Un adiós a nuestros campos.... Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de junio de 2014

Un adiós a nuestros campos...

Ayer por la mañana decidí recorrer los campos cercanos a mi barrio, aquellos que marcaron mi infancia y donde terminó de forjarse esta enorme pasión que siento por el mundo natural desde tan temprana edad. Hace unos años, cuando no habían edificado aún junto a dicho barrio, podía ver las colinas desde la ventana y muy al fondo el mar y hasta una parte de la playa. En estaciones más húmedas esas colinas se convertían en un océano de verdes y altas hierbas que se mecían a merced del característico viento tarifeño, formándose ondas y toda clase de dibujos sobre el espeso manto verde. Yo me quedaba embobado mirando por la ventana tan bellísimo espectáculo. Y qué decir de toda la flora y fauna que podían allí encontrarse…

Debajo de todos esos caminos de máquinas se 
encontraba el "Cuadrado del Ajedrez"

Aquí se formaba una especie de lago...

y aquí otro más grande todavía...

Como ya he ido notando a lo largo de los años, puedo empezar a ir diciendo adiós definitivamente a todo ello. Hace tiempo que llevaba viendo topógrafos haciendo mediciones y ayer ya me di cuenta de para qué. En cierto modo se me encogió el alma, he de reconocerlo. Subir colinas y ver las zonas donde con la lluvia se formaban lagunas repletas de vida tapadas con escombros y tierra fue ciertamente duro. Y encima no ayudaba nada la época en que he realizado la visita, con todo tan seco. De una forma tan descarada, las edificaciones cada vez reducen más todo lo natural.

                      

                      
        Esto era una especie de acantilado de cierta altura, justo 
         encima de donde se formaba uno de los lagos, al lado 
         de la torreta que se ve en la imagen anterior

Está claro que la globalización no se va a detener por mis recuerdos, y para ser sincero no creo que a casi nadie de las zonas colindantes les importe mucho que todos esos terrenos donde pasaron su infancia jugando vayan a desaparecer. Y cuando nuestras memorias desaparezcan, todo desaparecerá también. Ya no existirán ni Los Túneles, ni el Piano, ni el Cuadrado del Ajedrez, ni Las Baterías, ni la Fábrica de ladrillos. Pero bueno, al menos si tendremos adosados con unos precios a los que los autóctonos difícilmente podremos acceder.