Cuando nos hablan de una planta carnívora a casi todos nos viene a la mente una imagen similar a la atrapamoscas de Venus (Dionaea muscipula), pues sin duda alguna es la que goza de mayor popularidad entre este tipo de vegetales. Sin embargo, no todas las plantas carnívoras tienen la misma morfología.
La Drosophyllum lusitanicum, en lugar de dos lóbulos con diminutos pelos sensitivos que al cerrarse atrapan a sus víctimas, poseen unas largas hojas de hasta 20 centímetros, cuyos extremos se enrollan como los tentáculos de un cefalópodo. Tales hojas están repletas de pelos que producen pequeñas gotas de una sustancia viscosa y aromática que atraen a los insectos. Cuando éstos se posan en la planta o intentan trepar por ella quedan pegados, cada vez más según intenta librarse. Seguidamente la presa, que muere por ahogamiento de la sustancia pegajosa o por hambre, comienza a ser descompuesta y luego digerida mediante enzimas que produce la planta. Después unas glándulas absorbentes se encargan de recoger los nutrientes del cadáver, del cual no quedará más que una simple carcasa hueca.
Ésta planta, que realiza la fotosíntesis, vive en suelos muy pobres, y por ello necesita nutrirse de los insectos para obtener el nitrógeno que no encuentra en el medio en el que vive.
Su distribución no es muy amplia. Sólo se encuentra en Portugal, las comunidades de Extremadura, Castilla La Mancha y Andalucía, y el norte de Marruecos.
Si tenéis la suerte de encontrarla en la naturaleza, recordad que es una especie protegida.
Fuente principal: Wikipedia