Cuando por primera vez vi fotografías de este
lugar, tenía claro que, de la manera que fuese, teníamos que llegar a él y
contemplarlo por nosotros mismos. Así fue como atravesando toda la sierra de
Cádiz durante más de dos horas, nos embarcamos en un maravilloso trayecto entre
bellísimos y verdes paisajes, bajo nubes grises y algunas lluvias que para nada
imposibilitaban la conducción y hasta le daba bastante encanto.
Llegamos algo tarde por ciertos motivos al
pueblo de El Colmenar, en la serranía malagueña de Ronda, y desde allí, con
algo de lío al comienzo, ya que este se inicia junto a una gran tubería de agua,
dimos comienzo a la ruta.
Por lo demás el camino es muy fácil de seguir,
bien indicado, transcurriendo este junto al río Guadiaro.
Algo avanzado si mal no recuerdo, nos
encontramos con un bonito puente colgante de madera bajo el que corre un
estruendoso torrente de agua.
Algo más adelante ya se tienen las primeras
vistas del Cañón de las Buitreras, y a la izquierda mirando hacia arriba un túnel
con cavidades que pueden parecer ventanas, pero es por donde pasa el tren.
Es curioso, pero en el colegio nos llevaron
desde Algeciras hasta Ronda en tren, por lo que me pregunto si pasaríamos por
este mismo lugar…
Dado que nuestra soledad se vio perturbada de
repente por un numeroso grupo de turistas, no pudimos acercarnos a unas rocas
muy próximas al cañón, lo cual dejaríamos para cuando volviéramos a bajar.
Seguidamente viene el trayecto más duro, ya
que hay que ir subiendo la pendiente por unos escalones que afortunadamente lo
hacen mucho más fácil.
Justo cuando iniciamos esta última etapa
tuvimos que refugiarnos en una arbolada por un gran chaparrón que empezó a caer
y que, menos mal, terminó pasando al poco tiempo. En este sentido, podemos decir
que al final el tiempo se portó, y hasta salió el sol por completo cuando
iniciamos el regreso.
Retomando nuestro objetivo nos encontramos con un bonito mirador, y después más y más escalones. Y en uno de ellos una inscripción muy gaditana y alentadora que nos indicaba que ya no nos quedaba mucho.
Retomando nuestro objetivo nos encontramos con un bonito mirador, y después más y más escalones. Y en uno de ellos una inscripción muy gaditana y alentadora que nos indicaba que ya no nos quedaba mucho.
Y por fin, llegamos a la meta.
Pensamos en seguir las indicaciones (flechas
amarillas en las rocas) hasta llegar al llamado Puente de los Alemanes, pero
ante las amenazantes nubes y que estábamos muertos de hambre, decidimos
quedarnos en la cima y comer allí con tan maravillosas vistas. La pena es que luego supe que el puente lo teníamos mucho más cerca de lo que creíamos...
Hay que destacar que la movilidad entre las rocas de la parte de arriba, desde donde se tienen las mejores vistas del cañón, no es muy buena, ya que hay numerosos picos y huecos entre ellas. Mucho ojo y bastante cuidado.
Con el estómago lleno tocaba hacer fotografías.
Como me las tengo que apañar con el 55-200 mm, no puedo mostrar vistas más
panorámicas (a excepción de la primera tomada por mi pareja) si no es con el móvil, pero este tiene ya su tiempo y las imágenes que hace no son nada del otro mundo.
Y por favor, en las rutas que no falten las cabras. Se que estos animales no son lo más aconsejable para el medio natural, pero sus caras me hacen muchísima gracia.
Ya bajando me pude detener y levantar alguna
que otra piedra, y mira por donde tuve el placer de conocer a la auténtica tarántula ibérica. ¡Qué afortunado me siento!
Ischnocolus valentinus, la verdadera tarántula ibérica.
En la bajada me paré en el mirador que vimos al subir, para contemplar y hacer alguna que otra foto.
También nos aproximamos a las rocas cercanas
a la parte baja del cañón que en la subida habían sido invadidas por los
turistas.
Como dije antes, regresando le dediqué más
tiempo a mis tan necesarios bichos y conseguí un lepidóptero que no tenía en mi
colección y mis primeros odonatos de la temporada.
Coenonympha pamphilus, un lepidóptero nuevo para mi.
Mi primer odonato de la temporada, Calopteryx haemorrhoidalis, una hembra.
Así llegamos al pueblo con el objetivo
cumplido. Por último y como guinda muestro una imagen de las maravillosas vistas desde la
Serranía de Ronda, con mi Estrecho de Gibraltar al fondo.
Sin duda alguna un maravilloso día, de esos
que estás deseando volver a repetir lo antes posible.
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