Por increíble que parezca, en un mundo tan
humanizado y maltratado como el nuestro todavía hay lugar para sorprendentes
hallazgos zoológicos. En este caso, la noticia del descubrimiento de una
salamandra gigante china (Andrias
davidianus) de nada menos que 200 años ha sido recogida por numerosos
noticiarios, y no es para menos.
El enorme anfibio, que con 1,4 metros y 52
kilos de peso, se ha convertido en el más longevo y grande del globo, fue
descubierto por un local a principios de mes en una cueva a las afueras de Chongqing,
una ciudad situada al suroeste de China. Y sabiendo lo que suele ocurrir con
este tipo de rarezas en dicho país, donde bien acaban como alimento o bien como
componentes de la medicina tradicional, debemos sentirnos afortunados de que el
animal fuese entregado por su descubridor para su estudio y conservación.
Una vez que tal reliquia viviente fue llevada
a unas instalaciones adecuadas, se pudo calcular en base a ciertos análisis las
dos centurias que lleva a sus espaldas. Y sabiendo esto, uno no puede evitar
pensar en la de acontecimientos históricos a los que ha llegado a sobrevivir en
su feliz, lenta y monótona vida.
Esta especie a la que le dediqué unas líneas
en mi primera obra, está en peligro crítico de extinción debido a la
contaminación, la pérdida de hábitat y su caza. De hecho, hace unas décadas,
cuando era más habitual, no era raro encontrar individuos que llegaban a medir los
1,80 metros.
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