Partiendo desde el área
recreativa de El Bujeo, en Tarifa, esta vez nos dirigimos hacia un lugar mágico
al que le tenía ya muchas ganas: el Bosque de Niebla.
En nuestro camino se encuentra esta zona, la cual, observando los árboles,
se entiende perfectamente su nombre: Puerto del Viento
Al fondo, se puede divisar el mar y la torre de Guadalmesí
Después de un sufrido ascenso
dificultado por el fuerte viento de Levante, poco a poco, tanto el paisaje como
la bruma, nos avisaba de que cada vez nos encontrábamos más cerca de nuestra
meta.
Y por fin, tras tanto recorrido,
nos adentramos en un bosque sumergido en una profunda y espesa niebla,
predominado por quejigos que están envueltos en musgos, helechos, líquenes e
hiedras.
Mi impresión al llegar a este
encantado enclave, es que uno no sabe si ha retrocedido millones de años en el
tiempo o está inmerso en un mundo sacado de la literatura de Tolkien.
Para entender mejor la existencia
de tal clase de ecosistemas en el extremo más meridional de Europa, copio aquí
un extracto de la Wikipedia referente al Parque Natural de Los Alcornocales en
el que este se encuentra:
Dada la posición geográfica de Los Alcornocales, el clima dominante en
la zona es, lógicamente, mediterráneo con influencia atlántica, pero una serie
de factores contribuyen a singularizarlo. En primer lugar, la cercanía al mar
provoca un efecto amortiguador de la oscilación térmica, manteniéndose éstas
muy constantes y suaves durante todo el año. A ello hay que unir unas lluvias
anuales que superan prácticamente los 800 l/m², llegando en determinadas zonas
a más de 1.400 gracias a los frentes oceánicos que lo barren de oeste a este
durante los meses de otoño, invierno y primavera. En las sierras del sur, cabe
destacar además la presencia de nieblas veraniegas conocidas como las barbas
del levante, que proporcionan humedad ambiental y valiosísimas precipitaciones
horizontales en la larga estación seca característica del clima mediterráneo.
Todos estos factores contribuyen a crear un microclima especial, de
características muy similares al existente en zonas subtropicales y
macaronésicas, que favorece el crecimiento de una exuberante vegetación
selvática, que ha sido el origen del calificativo otorgado a Los Alcornocales:
la última selva mediterránea.
En realidad el poco tiempo del
que disponíamos para estar allí se nos fue intentando hacer fotos, por lo que
nos quedó por ver la mayor parte de este fascinante “otro mundo”.
Por ello, habrá que volver, y más de una vez.
Y llegados a este punto no me
queda más remedio que pedir perdón, perdón por haber visitado tan poco todos
estos lugares que siempre han estado a tiro de piedra de mi hogar.
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