Nada menos que catorce temporadas, que se
dice pronto. Recuerdo, allá por el 2002 o 2003, que en los grupos abiertos de
Messenger, que tal vez a poca gente le suenen ya, había uno dedicado al
misterio en el que, casi recién llegado a internet, yo solía entrar. Allí me
hablaron de un tal Iker Jiménez y su programa Milenio 3, en la Cadena Ser. Una
noche, antes de acostarme, decidí buscar una pequeña radio que teníamos por
casa y llevármela a la cama. Sintonicé la emisora con la ruedecita y así fue
como escuché por primera vez a este periodista y sus inquietudes. Desde
entonces, y cada fin de semana que pasaba aún más, Milenio 3 se convertiría en
un gran compañero en esas horas nocturnas en las que Morfeo y un servidor nunca
nos hemos llevado nada bien.
Madre mía la de programas que mi amigo Manué
y yo comenzamos a grabar en CD y que luego nos intercambiábamos. Si hay una
época de las catorce temporadas que siempre recordaré es cuando se emitía los
domingos (en realidad era ya lunes), de 3 a 4 de la madrugada ni más ni menos. Para
mí sin duda le mejor. Era una sola hora, pero Iker y sus compañeros la
aprovechaban bastante bien, con multitud de noticias y esas dramatizaciones que
tanto me gustaban. Y aunque al día siguiente era laborable, daba igual, me
merecía la pena y bastante quedarme hasta tan tarde.
Enorme era el morbo ese de pasar miedo (a
veces demasiado todo sea dicho) y enfrentarte a lo desconocido desde la
seguridad de tu cama. Lo malo venía luego, cuando tenías que ir al baño, que
había que pensárselo y mucho. Envidiable era para mí el valor que tenían los
vigilantes de seguridad y otros trabajadores nocturnos de oírlo desde lugares
nada propicios. En eso consistía quizás la magia de la radio, algo que Iker
había sabido dominar perfectamente.
Y luego llegó Cuatro y el salto del vasco a
la televisión, algo que los seguidores de Milenio 3 han comenzado a culpar de
la desaparición de este último. También me convertí en seguidor de Cuarto
Milenio, pero he de reconocer que para nada es lo mismo con esos horarios tan
tardíos para una emisión tan vista y ese aluvión de anuncios que lo único que
consiguen es que se te quiten las ganas de terminar de ver el programa.
Es verdad que Milenio 3 ya no me despertaba
la misma pasión que en sus inicios, pero desde luego aún lo seguía con buen
agrado y esperaba que así fuese por mucho más tiempo. Y dado que he envejecido
prematuramente como dicen mis conocidos ya que a mi treintena de años intento
utilizar la noche para dormir, todos los inicios de semana cliqueaba en la web
para ver que nuevas nos traían este grupo de investigadores.
Pero ya se acabó. Cuando el sábado por la
noche comencé a ver desde mi móvil esos mensajes de despedida en Facebook me costaba
creerlo y esperaba que fuera un bulo. Luego vi que de bulo nada, y me inundó
una tristeza enorme. No voy a entrar en teorías sobre la verdadera razón que ha
tenido Iker para poner fin a Milenio 3, porque de nada sirve; la cosa es que
nos guste o no es lo que hay. Pero si pienso que podría haber dejado el
programa a sus compañeros y haber colaborado él ocasionalmente. Tampoco he
escuchado el último programa aún y no sé si voy a hacerlo la verdad.
El caso es que Milenio 3, la primera
referencia nacional de una temática tan maltratada, ha comenzado a dejar un
vacío enorme para todos lo que seguimos el misterio, y por mucho que intenten
vendernos la moto, Cuarto Milenio nunca lo va a llenar.
Ahora a uno lo que le queda son los buenos
recuerdos, y uno de ellos el haber colaborado muy humilde y brevemente en una
de las emisiones de este programa que ya ha empezado a convertirse en culto.
Por todo ello, y aún con el descontento en el
cuerpo, solo puedo terminar esta ristra de pensamientos dándoos las gracias por
todos estos años.
HASTA SIEMPRE MILENIO 3
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