El pasado domingo el programa Cuarto Milenio
nos deleitó con uno de esos momentos mágicos que ya tanto escasean en la caja
tonta. La historia de Marcos Rodríguez Pantoja para mí no era nueva, pero
siempre será un placer volverla a oír una y otra vez, las veces que haga falta.
Escuchar a un hombre que pasó 13 años de su vida perdido en Sierra Morena y
viviendo entre lobos se convierte en un auténtico deleite para los que de
verdad amamos la naturaleza.
Comenzando por el final de la entrevista me pareció
curioso que una persona como él dijera algo que yo también pienso, pero que,
dado que la gente está cada vez más tocada de la cabeza con las mascotas,
muchas veces prefiero no comentar: “La mitad de los perros de hoy no son
perros. Hay perros que están locos perdíos, y es por culpa del hombre”, decía
el buen invitado. Con esto voy a intentar ser lo más claro posible. Es evidente
que muchas de las razas actuales están tan castigadas genéticamente que, tanto
su famosa inteligencia como sus facultades mentales, están cada vez más
trastocadas, al mismo tiempo que llegan a padecer enfermedades degenerativas que
no hacen nada fácil su vida. Y esto claramente no es culpa de estos pobres
animales, sino nuestra.
Hubo otros momentos que casi provocaron en mí
un nudo en la garganta. Uno de ellos fue cuando Iker le preguntó a Marcos si echaba de menos a los lobos, vivir
entre ellos, a lo que el emocionado hombre solo pudo responderle que ahí le
había tocado la fibra… Imagino la de noches en vela que habría pasado, ya a su
edad, recordando en lo posible todo lo vivido con la que de verdad había sido
su familia.
Otro momento en realidad puede decirse que se
compone de varios: el que había sido un hombre montaraz hacía hincapié en
diferentes etapas de la entrevista en que tras ser encontrado y a la largo de
su vida, le gente no había hecho más que burlarse de él. Ello, más que un nudo,
provocó en mí tristeza y rabia, impotencia al recordar la maldad y el poco
tacto de la que hace gala nuestra sociedad, dando exactamente igual en la época
que nos encontremos. Y es que cuando, como me dijo mi pareja, todos teníamos
que estar a sus pies por lo impresionante de su historia, la realidad es que, para
la mayoría de personas, el que un ser humano de tan solo 6 años hubiese
sobrevivido hasta los 19 a la naturaleza más profunda gracias a los lobos no
parece algo importante ni a tener en cuenta, sino más bien una oportunidad para mofarse de un
salvaje, atacar a un hombre analfabeto (¿en realidad es él el analfabeto?) que
no sabía nada del mundo en el que ahora vivía.
Y entonces comprendí lo terriblemente duro
que debe ser tener que ser “rescatado” de las garras del mundo natural y
enfrentarse a una sociedad para la que generalmente solo existe el follar, el comer
y el cagar. Por ello, no es de locos pensar que, tal vez, lo peor que le pudo a
pasar a Marcos es que a sus dos décadas de edad el mundo civilizado hubiese
dado con él.
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