martes, 9 de abril de 2024

BÉLGICA

Hasta hace unos meses, no estaban ni Bruselas ni Bélgica en general en mi lista de lugares a visitar. Pero un acontecimiento musical en concreto, más la búsqueda de un ave disecada, fueron los causantes de que me decidiera a viajar a tierras belgas.


Día 1 – Málaga-Bruselas
Nos trasladamos desde la provincia de Cádiz hasta el aeropuerto de Málaga en el que hasta el momento probablemente fuese el día que más llovió en lo que llevábamos año. La cosa es que, por lo que me contaban en la distancia, el día siguiente fue todavía más lluvioso.
La cosa es que nuestro preembarque, embarque y vuelo se produjeron sin ningún tipo de contratiempo. Así, llegamos a Bruselas y nos dirigimos en transporte público a nuestro alojamiento. Los vuelos, con todo lo que ellos conllevan, a cuanta más edad más se van notando en el cuerpo, así que preferimos descansar para el día siguiente.




Día 2. Parte I – Bruselas
Explorar cualquier ciudad para mí implica, de manera obligatoria, visitar museos. Y, como siempre, los de historia natural y arqueológicos tienen preferencia.
El primero en la lista fue el Museo de las Ciencias Naturales, donde dos días después se produciría uno de los momentos más especiales de mi vida y que en parte motivo este viaje.

Cuando entras en la primera sala automáticamente piensas que difícilmente lo que venga después podrá mejorarlo. 

 

 

Y es que la colección de esqueletos y huesos de dinosaurios que allí se reúnen, algunos auténticos y otros réplicas, te dejan estupefacto.

 

 

Y en especial cuando ves los esqueletos completos de Iguanodon. La de veces que leí de niño la historia del descubrimiento de estos huesos y lo que ello supuso para la paleontología en un fascículo sobre dinosaurios que me compré.


La sala siguiente tampoco decepciona, con diferentes piezas entre las que destacan un tilacino disecado y el hueso de Ishango. Hallado entre Uganda y la República Democrática del Congo, con una datación de más de 20.000 años y proveniente de un babuino, se ha sugerido que este utensilio con cuarzo incrustado en unos de sus extremos se utilizara para hacer grabados o fuera usado para hacer algún tipo de cálculo. 


Hueso de Ishango

Siguen más salas con más ejemplares de animales conservados que dudo que algún día vaya a poder ver en su hábitat natural.



Mi crustáceo favorito: Macrocheira kaempferi, de hasta 4 metros.

Y en la última sala me quedo fascinado con los fósiles de invertebrados prehistóricos…


Acadoparadoxides briareus

Anomalocaris canadensis

Sidneyia inexpectans

Se nos ha ido tan rápido la mañana que tenemos que irnos velozmente al Museo del Cincuentenario. 

 

 





Allí nos esperan infinidad de piezas históricas y arqueológicas. ¡Uno no daba abasto!










Día 2. Parte II. Loreena McKennitt en concierto
Tras comer y tener un pequeño reposo para recuperar fuerzas, llegaba uno de los momentos más esperados y que propiciaron este viaje.

Si hay una artista que con más fuerza redescubrí en la pandemia, esa es Loreena McKennitt. Y es que desde entonces se ha hecho una habitual en mis ratos de escuchas musicales.

Tanto que no dejaba de mirar a ver si se animaba a hacer una nueva gira por Europa. Hasta que un día… ¡Bingo! Se decidió a hacerla. Pero claro, en primera instancia sin pasar por España.
Tocaba pues verla en otro país. Y buscando una ciudad accesible, dimos con Bruselas.

Decir que el concierto fue todo un deleite quizás es quedarse corto. Es increíble como esta mujer ha conseguido conservar su voz y vitalidad a sus casi 70 años.

Ella y su fiel banda, entre los que destaco a Caroline Lavelle que también me tiene enamoraito. Más aún cuando descubrí que puso voz a un tema de uno de mis discos favoritos de Vangelis: Voices.


Finalizado el espectáculo y con la música aún en la cabeza paseamos al volver al alojamiento y vemos un poco la Bruselas nocturna, con unas calles abarrotadas de gente.



Día 3 – Brujas-Gante
Había oído hablar bastante de Brujas y su belleza medieval, y claro, estando en Bélgica, era el momento de visitarla. Para ello, y para no complicarnos más la vida, contratamos un tour que además también nos llevaba a Gante.




Como dicen, Brujas en bastante bella, pero no es nada bonita la masificación turística que soporta.




Nos dejamos llevar por la guía y recorrimos los puntos más esenciales. Y también probamos su famoso chocolate.



Posteriormente nos dirigimos para Gante, que he de decir que nos sorprendió y gustó mucho más.



Tras conocer un poco de su historia nuevamente de mano de la guía, terminamos la jornada visitando un poco el centro y probando sus famosos gofres caseros. Que la verdad, no es un dulce que me apasione mucho.









Día 4 – Catedral de San Miguel y Santa Gúdula - Alca gigante
Y por fin llegaba el momento más esperado junto con el concierto de Loreena McKennitt. Pero antes, una visita a la espectacular Catedral de San Miguel y Santa Gúdula y las ruinas de una capilla románica del siglo XI sobre la que se encuentra.

 

 





Como se puede ver en este blog, uno de los temas en los que más me he especializado a la hora de escribir es el de los animales extinguidos por las acciones del hombre. Recorriendo museos ya había visto esqueletos de moas y de dodos, un cráneo de la vaca marina de Steller, ejemplares de tilacinos y una quagga entre otros.
Pero aún me quedaba por ver una famosa ave extinta, uno de los emblemas del conservacionismo: el alca gigante. 

Como escribo en mi obra “El libro de los últimos animales extintos”, el final de esta ave sucede de manera bastante triste, y es que en este caso fue la misma ciencia la que se encargó de escribir su trágico final. Al ver que el animal estaba desapareciendo, los museos quisieron abastecerse de ejemplares para sus vitrinas. Y desde luego no faltaron quienes se encargaron de proveerles de ellos.

Zarapito esquimal (Numenius borealis)

Informándome sobre los ejemplares que se conservan en Europa, no tardé en dar con uno muy especial que, qué sorpresa, se encontraba en Bruselas. Concretamente en el mismo edificio donde se conservan los Iguanodon.
Digo especial porque en 2017 se descubrió que este ejemplar era el macho de la última pareja de alcas gigantes de las que se tienen pruebas fidedignas.
La historia y final de este par también la escribo en mi libro citado anteriormente:

Una noche de principios de junio de 1844 (posiblemente entre los días 2 y 5, pues no se sabe la fecha con exactitud), salió una vez más a la búsqueda una barca con el pescador islandés Vilhyalmar Hakonarsson y trece tripulantes más. Las aves no podían volar, de modo que debían estar en un lugar también accesible para el hombre; Hakonarsson ya tenía en mente cual era ese, por lo que dirigió el bote hacia esa zona a la que llegarían justo al amanecer, cuando la grisácea luminosidad de este iluminaba el agua gris encolerizada y las rocas cenizosas.
Con el fortísimo oleaje alrededor de la isla, y solo a duras penas, pudieron llegar a ella. Tres de los tripulantes, bastante fastidiados, treparon por los escollos. Allí se encontraron con las dos últimas alcas gigantes, inconfundibles con casi un metro de altura cada una. Uno de estos pescadores, Sigurdr Islefsson, mataría una, y Jon Brandsson la otra. El tercero, Ketil Kentils son, no encontró como esperaba más víctimas, pero sí el huevo de la pareja, aunque viendo que estaba quebrado lo tiró muy enfadado.

Por lo que parece este macho es demasiado valioso para estar expuesto al público; por ello puedo sentirme verdaderamente afortunado de que se me permitiera verlo, de tener ante mí un ejemplar cuya historia me impactó tanto a la hora de llevarla a mi libro.
Y sí, es una auténtica mierda tener que emocionarse por ver disecado un animal tan espectacular, pero lamentablemente por ahora no hay otra manera. En el futuro la clonación dirá si esto cambia o no.
Con esta guinda y bajo la lluvia, terminaba nuestra estancia en Bélgica. Tocaba coger el bus para el aeropuerto y regresar a casa.  



Llegando al aeropuerto de Málaga

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