Hacía tiempo que un servidor tenía especial
interés en visitar dos lugares de la geografía onubense: el río Tinto y sus
minas, y la Gruta de las Maravillas. Y para ello disponíamos de tan solo un día
y medio.
MONTAÑAS, BOSQUES Y LAS MINAS DE RIO TINTO
La mañana del lunes 12 partimos hacia las
minas de Rio Tinto. Por el lugar nos informamos de cómo visitarlas, y elegimos
la opción del ferrocarril. Pero debíamos esperar hasta las 5.30, por lo que decidimos
retroceder hacia un lugar que habíamos divisado de camino, antes de un pueblo
llamado Nerva.
El lugar, junto a la carretera, era precioso.
Una zona verde con un riachuelo a los pies de una de las muchas montañas que
adornaban el paisaje, con pinares como vegetación predominante. Allí comimos y
nos adentramos entre el sombrío bosque y algunos de sus rincones, hasta subir
primero por un sendero y luego por un cortafuego hasta cierta altura para de
este modo tener una buena vista del lugar. Tanto la zona en particular como
todos los alrededores me parecieron majestuosos. Miraras en la dirección que
miraras, tan solo veías montañas y montañas de pinos.
En cuanto a los odonatos que tanto me
interesan había un buen número de lo que creo que eran Aeshna mixta, pero no había forma de que pararan. También observé a
Sympetrum fonscolombii junto al río y
a mitad del cortafuego se detuvo un ejemplar de Sympetrum striolatum que aquí os muestro.
Sympetrum striolatum
Hay que decir que a pesar de las amenazas de
lluvia que habían pronosticado para ese día, afortunadamente el tiempo se portó
bastante bien con nosotros.
Sobre las 17:00 de la tarde nos dirigimos a
las minas de Rio Tinto para realizar el trayecto en locomotora. El lugar impresiona;
parece que te encuentres en medio de un escenario de película. No sabría
explicar por qué, pero a nosotros en concreto nos recordó a Las Colinas Tienen Ojos de Wes Craven.
Por otra parte eres consciente de verdad de la dura vida que tuvieron tantos
onubenses que allí trabajaron para el colonialismo inglés.
Sobre el trayecto en tren decir que es
recomendable, especialmente para los que no conocen la historia de la zona, ya
que hay un interlocutor que te va explicando todo durante el recorrido. Y antes
de dar vuelta atrás te dejan bajar al río, siempre con las precauciones
oportunas. La verdad es que ver los colores rojizos del río impresiona y el
nombre de este no podía haber sido más acertado.
Conviene recordar que la NASA tiene desde
hace unos años al Río Tinto en el punto de mira. Debido a la composición del
agua se supone que no debería haber vida, pero sí que la hay en forma de microorganismos.
Estos extremófilos podrían ser el ejemplo perfecto de la vida que debería
encontrarse en Marte con condiciones tan extremas.
Sobre el precio del recorrido en tren son 10
euros, quizás algo caro la verdad, pero bueno, por una vez tampoco nos íbamos a
quedar mucho más pobres.
Terminado lo previsto del día nos alojamos en
un acogedor hostal que ya habíamos reservado con anterioridad en Arroyo de la Plata,
en la cercana provincia de Sevilla, teniendo en cuenta que nos movíamos entre
esta y la de Huelva. Ya por la noche fuimos a cenar a un cercano y curioso
pueblecito denominado Castillo de las Guardas donde degustamos el buen jamón de
la zona.
CAMINO A ARACENA Y LA GRUTA DE LAS MARAVILLAS
A la mañana siguiente despertamos con lluvia,
la cual se hacía muy agradable de observar desde la cama. Dejamos el hostal y
desayunamos en un bar cercano unas tostadas con otra vez jamón y un rico aceite
de Nerva. Todo un señor desayuno, buenísimo.
Y por fin pusimos rumbo a Aracena.
Al llegar nos
impresionó el verlo envuelto en niebla y tan verde para la época en la que
todavía nos encontrábamos. Dimos una vuelta por el pueblo para hacer tiempo, el
cual es muy bonito y está muy cuidado, pero la lluvia cada vez era más intensa,
así que fuimos al coche por nuestros bártulos y nos encaminamos hasta la
entrada de la gruta, que se encuentra en una pequeña plaza.
Preparado con mi cámara, justo en la entrada me
llevé el gran chasco: no se podía hacer fotos por motivos de copyright. Fue un
bajonazo tremendo, ya que tenía muchas ganas de hacer un buen reportaje de la
gruta para además hacerle algo de publicidad en este humilde blog. Pero nada, no
estaba permitido. Con gran desilusión intenté disfrutar del recorrido, pero no
pude. Había extranjeros que pasaban de las advertencias y especialmente un
padre e hijo alemanes que no dejaban de hacer fotografías, sin que el guía
tuviese el valor de expulsarlos. La guinda la puso el mismo guía, cuando a una
pregunta sobre los invertebrados que podrían habitar en la cueva recibí una
malhumorada e innecesaria respuesta.
Talentosa representación de nuestra visita a la Gruta de las Maravillas.
© Daniel Rojas. Todos los derechos reservados
© Daniel Rojas. Todos los derechos reservados
Respecto a la gruta ésta es espectacular,
mires donde mires quedas asombrado. Para mí en particular el momento más
especial fue cuando nos situamos justo debajo del castillo que posteriormente
visitaríamos. Pero debido a todo lo ocurrido, y que los teutones no dejaban en
ningún momento de hacer fotos, no puede concentrarme al cien por cien.
Al salir, en la oficina de turismo nos
recomendaron visitar el castillo, y aunque llovía, mi pareja me convenció para
subir hasta él (que estaba cerrado) y observar la localidad desde lo alto. Mereció
la pena mojarse.
Como he dicho anteriormente llevaba mucho
tiempo queriendo visitar Aracena para adentrarme en la Gruta de las Maravillas,
y en realidad era el momento del viaje que más esperaba con impaciencia, pero
si antes llego a saber que no podría hacer fotos, no por conservación sino por
temas de derechos de autor, me habría pensado muy seriamente viajar hasta la
zona. Al contrario de lo que me ocurrió con Nerja, donde estoy deseando volver
para ver de nuevo sus cuevas, de Aracena me llevé un sabor agridulce.
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