«Nos habíamos convertido en plancton. Me imaginé que permaneceríamos suspendidos entre dos aguas una infinidad de tiempo, mientras el Holandés Errante seguiría navegando por la superficie de los mares. El color azulverdoso del exterior se volvió frío y enemistoso. Hicimos lo que pudimos para darnos a entender con señales del reflector, pero una parte de mi cerebro seguía trabajando con normalidad y pudo contar veinticuatro medusas que pasaron nadando por delante de nosotros».
Estas fueron la palabras de William Beebe el 6 de junio de 1930 cuando descendió junto a su colega Otis Barton en la batisfera a 240 m en las aguas de Bermuda. Por primera vez el hombre se adentraba en las profundidades oceánicas. En septiembre de 1932, después de repetidas inmersiones, la batisfera alcanzó casi 700 m y Beebe comentó:
«De aquí para abajo desde hace dos mil millones de años no ha existido ni día ni noche, ni verano ni invierno, nada que diera una medida del curso del tiempo, antes que nosotros lo hiciéramos ahora».
En uno de sus viajes al abismo Beebe contempló una serpiente de 6 m de largo muy ancha, con unos afilados dientes. Por ahora él es la única persona que ha podido ver semejante animal.
Ya en 1949, Barton sobrepasaría los 1370 m.
Imagen: http://citrussucker.tumblr.com/
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De "Del mar y sus profundidades. Criptozoología: el enigma de las criaturas insólitas"
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