¿Quién no ha visto en los
documentales sobre naturaleza las grandes migraciones de la mariposa monarca (Danaus plexippus)? Este bello
espectáculo tiene lugar en América del Norte, de donde es nativa. Sus orugas se
alimentan de plantas que contienen compuestos tóxicos que tras sintetizarlos las
hacen incomestibles para los pájaros.
Hace cosa de un par de años mi
hermano me comentó haber visto esta mariposa volando cerca de su casa. Recuerdo
que al recibir su noticia una sonrisa, mezcla de incredulidad y casi arrogancia,
se dibujó en mi rostro; claramente se había tenido que confundir, la especie
que habría visto tenía que ser otra regional de cierto parecido.
Pero otro avistamiento llegó a
mis oídos un par de meses después, al que le siguieron varios más en
consecutivas fechas. Con todo esto, mi incredulidad comenzó a refugiarse bajo la
prudencia. ¿Por qué tanta gente me contaba lo mismo? ¿Podían estar todos
confundidos? ¿Es que de verdad la mariposa monarca estaba revoloteando a sus
anchas por mi ciudad de Tarifa?
Entonces llegó el momento. Un
buen día de sol estaba sentado en una plaza (“La Ranita” como la conocemos
localmente los tarifeños) hablando por teléfono, cuando quedé perplejo al ver
el animal que sobrevolaba cerca de mí. Era ella, no cabía duda, la mariposa
monarca, y por su tamaño y su característico colorido, nadie me podía decir lo
contrario.
Me acordé entonces de la sonrisa
burlona con la que recibía a todos los que me venían contando lo mismo. Y
precisamente yo, un entusiasta de la Criptozoología, que sabía de buena manera
que ésta ciencia o pseudociencia en gran medida depende de avistamientos no
confirmados por la zoología oficial, y que en el mejor de los casos, éstos avistamientos
son tomados como grandes equivocaciones o cuentos de personas fantasiosas con muy
poca emoción en sus vidas.
Habiendo cambiado, sin más remedio
y con gran placer, mi postura, me puse a buscar una respuesta lógica a la
estancia de este insecto en el Parque Natural del Estrecho. Sabía
que en la vecina Gibraltar hay aficionados que se dedican a la colección y cría
de mariposas, seguramente una afición legada de los británicos. ¿Tendrían ellos
la culpa de que este animal se encontrara en Tarifa? ¿Las habían soltado ellos
o se habían escapado y habían llegado hasta aquí? Para ser sincero, no sabía
hasta que punto un animal que había necesitado desde tanto tiempo atrás de las
grandes migraciones en el continente americano para estimularse y completar su
ciclo reproductivo, podía habituarse tan fácilmente a un criadero. En cierto
modo lo veía algo difícil, pero por una cosa u otra nunca seguí investigando para
resolver mis dudas.
Recientemente, gracias a los biólogos que
llevaban años tras ella estudiándola, se ha podido certificar que ha sido
ella misma, sorteando con gran maestría el inmenso océano Atlántico tras
generaciones, la que ha decidido asentarse en esta zona. Según he leído en
algunos artículos es posible que ésta mariposa lleve visitando la península
desde el siglo XIX, cuando en su expansión alcanzó las Canarias, Madeira y las Azores,
y Australia por el Océano Pacífico.
Y ahora viene lo anecdótico. Hace poco, indagando en la biología de este animal tanto en libros como en internet, di con su
oruga. Otra sorpresa más: yo ya había visto esa oruga. Miré entre mis archivos
fotográficos, pero rápidamente me percaté de que no tenía que buscar tanto. La
tenía en este mismo blog, en la pestaña de Fotografías “Colección”:
Aquí adjunto más imágenes, una realizada
por mí a la misma oruga y otras recogidas de internet, para que pueda
apreciarse la semejanza:
Las fotografías del animal, el
cual estuve observando y siguiendo durante un buen rato por su bello colorido,
las realicé en septiembre de 2007 en el Santuario de la Virgen de la Luz.
Tenía la oruga (si no me he equivocado
en la identificación) entre mis fotografías y no me había enterado. No soy zoólogo,
pero me fascinan desde niño los animales, y en especial los artrópodos, como
puede apreciarse entre mis fotografías. Entre ellas, hay algunas especies que
conozco desde pequeño y otras que no, y a pesar de que desde que fotografío
animales siempre me digo que tengo que ponerme un día a identificarlos con sus
correspondientes nombres, nunca lo hago. Y no crean que por dejadez, que va. El
problema es que tengo tantas aficiones que en mi tiempo libre me cuesta dedicarme
lo que debiera a cada una de ellas.
Respecto a la mariposa monarca, después
de todo no debería sorprenderme su estancia en esta zona. Sé de primera mano que algunas especies de peces tropicales han
sido vistos por buceadores expertos y biólogos en la Isla de las Palomas. Por
otra parte, cada vez con más asiduidad están apareciendo aves de distribución
africana en esta zona del Estrecho de Gibraltar. No sé a ciencia cierta si en
todos estos casos tiene que ver el tan comentado calentamiento global, pero no
cabe duda de que da mucho que pensar.
Desde aquella vez que la vi por
primera vez, he vuelto a ver la mariposa monarca en más ocasiones, pero como
siempre me ocurre nunca llevo la cámara encima en los momentos claves. Parece
ya ley de vida. Por ahora lo único que puedo mostrar en éste blog a parte de fotografías
de otros autores y de su oruga, es ésta captura de unas alas que encontré en el
mismo lugar donde la avistara por primera vez, pertenecientes sin duda a un
ejemplar que eligió este mismo sitio para pasar los últimos instantes de su
vida.